El Doctor Sánchez es un existencialista, un adepto a la filosofía de que lo que cuenta es la existencia, en cuanto existencia humana sentada en el sillón de presidente del Consejo de Ministros del Gobierno de España, y no la esencia ni los valores socialistas o cualquiera otro principio; y que, respecto a los ideales, es más importante la vivencia subjetiva que la objetividad. Entendido esto, se comprende cómo llegó al poder a lomos de la oportunidad propiciada por la masiva y orgánica corrupción del PP y por la pasividad vegetal de Mariano Rajoy en Cataluña, siempre mal asesorado por sus pelotas cortesanos y por Bolita de Azufre, que se despistó dándole gusto al coño por los arrabales.
Otros lo hicieron Presidente al igual que otros redactaron su tesis doctoral (Carlos Ocaña, becario del ministro entonces, gay siempre, Miguel Sebastián), incluyendo alguna componente del propio tribunal de tesis; y lo hicieron doctor de Economía, sabiendo de esa materia menos que un ludópata de probabilidades.
Para alcanzar la presidencia:
–No le importó concitar el apoyo de todos los nacionalistas e independentistas de la Piel de Toro: Bildu, PNV, JuntsXCAT, ERC, CC ni de la izquierda radical podemita.
–No le importó mentir, pues en su investidura a contracremallera dijo que convocaría elecciones generales a la menor oportunidad.
–No le importará pactar con el mismo Diablo, si hace falta, para permanecer en su sillón de mandar, que se hace trasladar allá a donde va, incluso en el Falcon de Presidencia.
A ver, digámoslo claro: que se va a quedar cuanto pueda en ese sillón por los medios que sean necesarios. Por lo tanto, al existencialista Doctor Sánchez:
–Le importa medio pedo que se hundan todos los barones del PSOE siguiendo la estela de Susana Díaz en las próximas autonómicas y municipales. Piensa, de hecho, que les está bien empleado por haberle echado de la Secretaría General del PSOE y del Congreso en 2016 para aupar a Rajoy a la Presidencia del Gobierno con una abstención criminal. La venganza se sirve fría.
–Se le da una higa lo que pase en Cataluña, como si se construye un muro que la aísle del resto de España desde Tortosa a Viella.
–Le importa un pijo que los Mossos compren fusiles de asalto. Como si compran carros de combate.
–No le tiembla la mano transfiriendo competencias (incluye prisiones) al Gobierno Vasco hasta que no quede ni una por transferir, incluso el derecho de pernada.
–Y no va a convocar elecciones mientras el juicio a los golpistas catalanes en prisión no concluya, recursos y apelaciones incluidos. Dadlo por hecho porque va a suceder, aunque se pasme la opinión mundial y la derecha rabie hasta la apoplejía.
Entonces irá a elecciones para reeditar el mismo pacto que lo mantiene en el poder a cambio del indulto general para todos los golpistas, de manera automática, tras su investidura (nunca antes). Y a cambio de endeudar España al límite de lo creíble por los cautivos mercados de capital europeo con medidas populistas; y de financiar no sólo al golpismo catalán, sino a todas las redes tribales oenegísticas y femifascistas que existan y le hagan la ola.
Sabe que la derecha está dividida en tres partidos y la izquierda solamente en dos, lo que es una ventaja. Aunque le resulta preocupante que en Andalucía se haya demostrado que VOX concita la participación en las urnas de muchos abstencionistas recalcitrantes como consecuencia de tanta inmigración desordenada y de tanto efecto llamada de los barcos negreros humanitariamente disfrazados.
Sabe que Ciudadanos juega ahora al socialismo democrático (una vuelta a sus orígenes, por cierto), disputándole el voto socialdemócrata moderado con la pérfida intención de que su jugada frentepopulista no salga bien.
Sabe que Podemos se hunde en las encuestas porque la gente no es tonta y le ha visto a Iglesias el culo y el casoplón, y piensa que es un depredador sexual de tías buenas pagadas con el tópico nepotismo de cualquier «amado líder». Como le ha visto el culo (y la navaja trapera de refajo) Errejón, que abandona Podemos por la escotilla de escape, creando otra confluencia con Carmena.
Confía el Doctor en que VOX le reste diputados al tándem PP-Ciudadanos, ya que no votos de derechas, porque España votará a piñón fijo contra el Frente Popular 2.0 que ha encumbrado a Sánchez a donde no podría haber llegado por méritos propios.
Pero confía sobre todo el burdégano-presidente en el «efecto péndulo»: Que, tras perder las baronías socialistas todo el poder en España, los españoles, para compensar la debacle socialista y porque saben que poner todos los huevos en la misma cesta es arriesgarse a perderlos, le regalen el voto al PSOE en las generales. Las encuestas lo dicen, aunque sean sondeos de Tezanos, que es otro pelota capaz de mamársela a Sánchez hasta la asfixia.
¿Es el Doctor Sánchez un maestro de la estrategia? NO. Es un existencialista, repetimos. Lo importante es existir Presidente, seguir vivo respirando 13 veces por minuto en el sillón del gerifalte moncloví, aunque los españoles acaben por masacrarse en Cataluña o la ETA quede impune por asesinar guardias civiles y a algunos socialistas (tontos útiles como Fernando Múgica o Ernest Lluch). Se la sopla todo lo que no sea él, que pasó por ser un simplón, un chulo con buena polla ante su suegro (que de pollas sabe, no en vano posee una red de saunas para maricones) y al final ha hecho a su hija primera dama del país. Y la mantendrá ahí hasta el último aliento, aunque España quede reducida a un tablero de escaques con 64 casillas irreconciliables.
ÁCRATAS