Ese fracaso trae cola. La cola es que el PCE trató por todos los medios de apropiarse del 15M. Y luego de Podemos, su cristalización política. La Rueda Podemita depende mucho de la periferia catalana, vasca y gallega. Las tres son católicas, como siempre lo han sido los nacionalismos históricos, tanto de derechas como de izquierdas. La CUP, por ejemplo, está formada por antiguos nenes hijos de comunistas católicos educados políticamente por la parroquia. Por eso sabemos que se integrará en la candidatura podemita en las elecciones autonómicas que proyecta Puigdemont para el próximo verano.
La consecuencia de lo que digo es que la facción podemita de Iglesias es internacionalista, globalista, como la propia Iglesia Católica, mientras que la de Errejón es socialdemócrata, como lo es el PSOE y quiere ser, al menos ahora, Ciudadanos. Errejón quiere convertir a Podemos en el heredero del PSOE, partido en descomposición por el alto número de traiciones a la clase obrera que ha perpetrado desde siempre, desde el Felipismo al Zapaterismo. O sea, siempre que ha podido traicionarnos a cambio de unos buenos cargos en una eléctrica, una petrolera o una gasista.
Vaticinamos una victoria de Iglesias, pero Errejón quedará cerca. Así que se repartirán la Ejecutiva. Los Anticapitalistas serán la bisagra que decantará la victoria del PCE. España tiene Pablo Iglesias para rato.
¿Y tras esa victoria? Pues nada, que Podemos emprenderá el camino de su descenso electoral, tal como emprendió y culminó el PCE en su día.
Podemos ni siquiera se opone a un sistema antidemocrático como el español, sino que participa del mismo. Antidemocrático porque los ciudadanos no tenemos derecho a elegir a nuestros diputados; en un sistema con un Jefe del Estado impuesto por el franquismo, tampoco elegimos al presidente del Gobierno. Ni siquiera a los jueces. Lo único que estamos autorizados a elegir es a un partido frente a los demás. Los tres poderes del Estado quedan en manos de los partidos, cuyos líderes negocian todos los cargos relevantes. España mantiene un régimen partitocrático, un oligopolio político entregado al servicio de la banca, del IBEX y de la Europa de planes quinquenales.
Al final, los indignados se quedarán con un palmo de narices. Porque la única indignación eficaz tiene que manifestarse en las calles de las ciudades españolas y ejecutarse personalmente con la lucha diaria clandestina. Con el voto urnado no se va a ninguna parte en esta España monárquico-conservadora.
Salud.
ACRATAS
NOTA DE UN LECTOR: Sobre Podemos:
«Fabriquemos nuestra propia oposición, antes de que la verdadera se organice»
Lenin