Mientras el proceso ilusorio sigue, desde Cataluña yo me pregunto: ¿Saben los fachas que lo son?(2) El Govern asegura la proclamación de un Estado propio tras las elecciones; y el Gobierno del Estado, cuyos predecesores han creado el monstruo a base de comprar investiduras bastardas, ¿qué hará con nosotros, los que somos catalanes por razón del mero empadronamiento en Cataluña y por ninguna otra cosa? ¿Nos largará un pasaporte del Estado Español a cada uno para residir en el extranjero, protegidos al menos por una embajada y por el Derecho Internacional? ¿O venderá nuestros derechos y nuestros pellejos, como siempre ha hecho, para que nos añadan dos barras rojas a las dos que ya llevamos en el lomo? ¿Acabaremos como nacionales catalanes por imperativo legal? ¿Acaso puede haber un catalán independizado que piense en español o que sea un manifiesto desafecto al ‘hecho diferencial’? ¿Sueñan acaso los fachosos catalanes con ovejas cuatribarradas?
Sin otra justificación que el fachismo evidente del gobierno de Rajoy en ideas, iniciativas y modos, se ha abierto el melón del fascismo autóctono catalán(3). Algunos de ellos lo reconocen. Valga como ejemplo que el cabeza de lista de la candidatura del Junts pel Sí de Gerona, Lluis Llach (i Grande), hijo de un requeté que luchó en el bando franquista y él mismo afiliado a los Cruzados de Cristo Rey –¡menuda peste a sotana emana el autor de La Estaca!, la misma peste a sotana y a polla revenida que echa el resto del independentismo catalán (y el vasco)–, lo reconoció en El País, junto a Manuel Vázquez Montalbán, en 2002:
–«El nacionalismo catalán (es) una forma de fascismo» –dijo Manuel Vázquez Montalbán.
–«Evidentemente» –apostilló Lluis Llach i Grande.
El conflicto identitario, cuya mayor manifestación social se produjo el 11 de septiembre en Barcelona, no es más que un enfrentamiento entre fuerzas oligárquicas catalanas y del resto de España. Lo peor es que los españoles residentes en Cataluña creen que todo esto no va con ellos, que es ‘cosa de catalanes’ (y cosa de burgueses). Así que a nadie sorprenda el resultado de las elecciones en Cataluña. Igual que en el referéndum para la aprobación del Estatut de 2006 (que sólo ratificó uno de cada tres catalanes), puede haber baja participación charnega y apoyo mayoritario de los concurrentes a la independencia.
ÁCRATAS
NOTA: (*) El caso es que la CUP, en el preámbulo de su programa electoral, diagnostica certeramente el fraude que supone la candidatura del Junts pel Sí. Pero luego se descalabra dando soluciones aún más absurdas al independentismo.
(1) Es muy dudoso que la cifra superase la calculada por nosotros, contando cabezas de personas. Muy, muy dudoso. Y fueron un máximo de un millón. Que no está nada mal y dobla la participación reconocida por el Gobierno central.
(2) Fascismo es la ideología cuyos adeptos, a pesar de ser minoría, se sienten con derecho a dirigir el destino de todos por razón del carácter indeleble que otorga un hecho diferencial, producto de una iluminación interior que les permite saber que han sido elegidos por los dioses para ello. De los 7 millones de habitantes de Cataluña hay sólo 800.000 almas con uno o los dos apellidos catalanes.
(3) En efecto, se trata de un fascismo. Reúne todas las características, como bien explica Maldito Hijo de Perra en el artículo Al fascismo catalán se le revientan las almorranas