Norteamericanos: Todos, directos beneficiarios, sois culpables del genocidio

La luna pasea cada noche por el cielo estrellado contemplando atónita el frente de guerra, que no es un frente alineado, sino un sarpullido que le ha salido a la Tierra en el Próximo Oriente; un frente contra el terror que aterroriza mucho más que cualquier terrorismo. El presidente negro de los EEUU —teñido de negro, él es un mulato blanco de corazón, un genocida aún más frío que su antecesor (que por lo menos, era corto de ideas, un arbusto borracho bordeando la línea de la idiotez) y que, por ello, goza del Premio Nobel de la Paz. Con dos cojones.— autoriza, más que ordena, personalmente los ataques del JSOC (Joint Special Operations Command) sobre territorios de naciones a las que EEUU no ha declarado la guerra. Y asesina tribus enteras de nómadas inocentes, 50, 100, 200 personas, mujeres preñadas y niños entre ellos. No hay terroristas allí, ni siquiera guerreros, se trata de una injusticia aún mayor que la de asesinar sin declaración de guerra. Se trata de cientos de frías ejecuciones de civiles, no actos de guerra, que son arteramente llamados “lamentables efectos colaterales”, por los cuales solo se piden disculpas cuando se averiguan (uno de cada cien); se trata de errores de inteligencia, de esa perversa inteligencia que suministran a EEUU los judíos de Israel —el Mossad—, los servicios de inteligencia del genocida Netanyahu, cuya intención es seguir fabricando, creando desde la nada —igual que sus correligionarios de la FED hacen de la nada el dinero que financia el genocidio y otros caprichos del mulato— enemigos para la máquina de exterminio norteamericana al mando del teniente general Votel; inventarlos a su propia conveniencia, desde que el propio Mossad derribó las Torres Gemelas en 2001, fiel a sus propósitos expansionistas para la consecución de su bíblico Gran Israel, según les exige su sanguinario dios de mierda, ese viejo cerdo que también es el dios de los patriotas norteamericanos a los que no preocupa la vida de los inocentes muertos, sino comer muchas hamburguesas de carne de vaca y beber cerveza Bud, mientras ven la final de la Superbowl.

Así se hacen los enemigos: por cada mujer o por cada niño inocente que se asesina, nacen mil guerreros que se alzan en armas contra el matón. El Mossad corre a suministrarles fusiles de asalto y la CIA, a corromper a los líderes guerrilleros y a enfrentarlos unos con otros, a cambio de mucho dinero en Suiza.

Y este es el Próximo Oriente que ve la luna, que vomita ante tanta inmoralidad y su vómito nubla los cielos. Y al poco, cae en forma de lluvia ácida sobre toda Europa, que se la come, pues sabe que la merece, por sostener con su dinero a la OTAN y al genocida y antidemocrático estado de Israel(*).

ÁCRATAS

NOTA:   ¿Que no? ¡A ver si no! El hijo de Netanyahu acaba de escandalizar a la opinión pública israelí por tener una novia noruega no judía. Ya le han advertido que, para follar, vale. Pero que jamás podrá casarse con ella en Israel. «¡No jodas! ¿Es que está prohibido por la ley?» Pues sí. Prohibido. Lo mismo que es obligatorio circuncidar a los neonatos, bajo pena de 140$ diarios de multa por cada día de retraso desde el octavo, tras su nacimiento. Israel no es una democracia, sino un estado teocrático. Sólo los judíos tienen nacionalidad. El resto son extranjeros. Y no hay democracia, pues solo pueden concurrir a las elecciones los partidos que asumen la constitución de 1985, que exige el reconocimiento de la nacionalidad judía (en vez de la israelí) en todo el territorio. Hala, Gallardón. A ver si llamas a esto antisemitismo, cuando los muertos de los que hablamos son todos semitas: en Palestina, Siria, Jordania, Irak o Yemen.

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